Se levantan de su cama y muchas veces se ponen a hacer cosas, algunas veces raras e incluso peligrosas. Se trata de los sonámbulos, la parasomnia o trastorno del sueño más conocido, según revela el neurólogo especialista en medicina del sueño José Haba-Rubio a Infosalus, con motivo de la publicación de su libro 'Sueño con dormir' (La Esfera de los Libros).
"Cada parte del cerebro duerme de una forma diferente pero en general están sincronizadas. Pero en los sonámbulos hay una parte que se puede despertar. Están en sueño profundo, pero hay una parte que se despierta y hace que puedan tener comportamientos complejos mientras están durmiendo en sueño profundo", revela el experto.
Según sostiene, durante el sueño profundo, cuando se produce algún pequeño ruido en la habitación o si alguien toca ligeramente a un sonámbulo, una pequeña parte de su cerebro se despierta, lo que le permite moverse, salir de la cama y efectuar en ocasiones acciones complejas, habitualmente sin recordar lo que ha hecho. Esos despertares durante el sueño profundo pueden en consecuencia provocar diferentes tipos de actividad inconsciente en los sonámbulos.
Normalmente, dice Haba-Rubio, se sientan en la cama, con los ojos abiertos y la mirada vacía, antes de deambular por la habitación, pero también pueden abrir una puerta, bajar las escaleras e incluso bailar, ¡y mejor que cuando están despiertos!
A su vez, el experto en medicina del sueño resalta que los sonámbulos no son capaces de tener razonamientos lógicos. Pueden agarrar una llave porque se encuentra en su lugar habitual, pero son incapaces de hacer el esfuerzo intelectual de imaginar dónde la ha podido dejar su padre o pareja.
Igualmente, resalta que está demostrado que la sensibilidad al dolor y al frío parecen disminuir durante los episodios de sonambulismo. "Esto podría deberse a que la mayor parte del cerebro está en sueño profundo, incluida la que integra las informaciones sensoriales y genera el comportamiento lógico que debería adoptarse", añade.
MÁS COMÚN ENTRE NIÑOS
En concreto, subraya que es muy frecuente en niños pero, contrariamente a los terrores nocturnos, el pico no se sitúa en los primeros años de vida, sino más bien entre los 7 y los 12 años. "Existe también un fuerte componente genético ya que el 80% de niños sonámbulos tiene al menos a uno de su padres que también lo ha sido", apostilla Haba-Rubio.
Por otro lado, indica que el sonambulismo tiende a desaparecer con la adolescencia pero puede reaparecer más tarde, ya que de un 2 a un 3% de los adultos lo sufren. Asimismo, indica que los niños no suelen recordar por qué se han levantado ni lo que han hecho por la noche, mientras que los adultos, en ocasiones, sí reconocen tener un vago recuerdo de lo sucedido.
Asimismo, apunta que existen casos de aparición tardía de sonambulismo en personas que no lo han padecido durante su infancia. En estas ocasiones se suelen buscar factores favorecedores como medicamentos u otros problemas de sueño que hayan podido provocar esos pequeños despertares nocturnos capaces de desencadenar episodios de sonambulismo.
Con todo ello, ¿se debe despertar a un sonámbulo? "La respuesta es no", afirma tajantemente el experto. Según sostiene, lo mejor es acompañarle tranquilamente de vuelta a su cama. "No se va a morir si le despertamos, pero no resulta agradable que alguien te despierte si estás profundamente dormido", sentencia.