Este reportaje comienza, en realidad, hace 21 años, cuando Alexandra Navarro comenzó a sentirse mal. Hay un antes y un después en su vida. El contador se puso a cero para ella el día en que recibió un órgano de otra persona. Vive en Poveda de las Cintas, tiene 34 años y a los trece fue diagnosticada de insuficiencia renal crónica.
"Una noche fui a Urgencias porque tenía las piernas hinchadas, me hicieron una analítica y vieron que mis riñones sólo funcionaban al 50%", recuerda. En aquel momento y debido a su corta edad no era consciente de la gravedad de la situación y, es que, además, sufría "una cardiopatía congénita de nacimiento, lo pasé realmente mal".
La situación llegó a complicarse todavía aún más, los médicos dijeron "que tenía fiebre Q, tardaron cuatro meses en diagnosticarme desde aquella noche, era una de las dos personas afectadas en toda España, me recetaron antibióticos", lamenta. A los cinco años, "cuando tenía 18 recién cumplidos mi función renal había caído en torno al 20%".
De ahí fue derivada a Nefrología, "pasé de estar bien, con una dieta más o menos sana a que me hablaran de diálisis", ahonda con la voz entrecortada. Desde su entrada en la consulta, pasaron cuatro años hasta poder recibir el trasplante, "Fue el momento más duro, después te vas haciendo a la idea".
Alexandra lleva ya doce años operada y reconoce que aunque ha sido "difícil" ha podido llevar a cabo "una vida normal". "Esta enfermedad te afecta en todo, al final, tienes muchas limitaciones, por ejemplo, a la hora de salir de fiesta yo me tenía que dializar. Si mis amigos salían, me tenía que organizar para poder hacer lo mismo que ellos".
Ahora trabaja y se prepara unas oposiciones a la vez, para ella recibir el riñón y que todo haya salido bien ha significado "volver a la vida, no tener que estar enchufada a una máquina ocho horas. Poder levantarte de la cama sola es todo, es independencia". Tiene un tratamiento crónico, "respeto horarios a la hora de comer y me cuido pero ahora mismo tengo unos análisis perfectos".
Esta es su historia y la historia de más de 4.000 pacientes en España que, en 2021, han comprobado que existen las segundas oportunidades. Y detrás de cada trasplante, hay al menos, dos historias, y muchas manos que lo hacen posible.
Hasta que la ciencia encuentre la solución definitiva, seguimos dependiendo de que alguien tome la mejor decisión en su peor momento, porque siempre habrá una vida en lista de espera.