Dice que le gustaría ser recordado como “un buen torero y mejor persona”. Por el momento, no hay recuerdo sino sorpresa de los aficionados a la tauromaquia cuando en el cartel se anuncia al vallisoletano Daniel Medina. Apenas ha cumplido la mayoría de edad, pero este novillero con caballos promete y se convierte así en una de las principales esperanzas del panorama taurino vallisoletano.
Este sábado tiene la oportunidad de oro de colarse en la final del Circuito de Novilladas de Castilla y León que organiza la Fundación del Toro de Lidia. La cita será en Lerma, junto al novillero Ismael Martín con una novillada de Antonio Palla y Sánchez Herrero. El jurado dirimirá quién será el finalista que llegará a Valencia de Don Juan el próximo 17 de julio. Asimismo, en esta primera final a tres se decidirá qué dos novilleros disputarán la gran final del Certamen, en formato mano a mano, que tendrá lugar en Tordesillas el 23 de julio para lograr alzarse con el concurso.
Medina es consciente de que no se le puede escapar esta oportunidad. Ya triunfó en su primera comparecencia en la fase previa en Arenas de San Pedro, el 14 de mayo, donde logró desorejar a su segundo enemigo. A pesar de su bisoñez y de llevar apenas cuatro novilladas con picadores (debutó con los del castoreño el pasado 23 de abril), el vallisoletano –nacido en Laguna y afincado en Salamanca- se muestra como un joven con una madurez impropia de su edad que solo tiene un pensamiento, una obsesión, un objetivo: “el toreo”.
Los encierros en su localidad natal despertaron el gusanillo siendo aún un niño. Más tarde comenzó a coger los trastos y a entrenar con profesionales taurinos de Valladolid y con apenas trece años ingresó en la Escuela Taurina de Salamanca. De la mano de José Ignacio Sánchez, José Ramón Martín y Javier Martín aprendió “la técnica, pero sobre todo los valores del toreo y me enseñaron a ser mejor persona”.
Tiene en su cabeza las fechas que han marcado su, por el momento corta, carrera profesional. El 3 de junio de 2018 debutó ante un becerro en Linares de Riofrío. Se vistió de luces por primera vez en la Glorieta de Salamanca en agosto de 2020 y tras unas 25 clases prácticas y una veintena de becerradas debutó en Cantabria con novillos picados. Dice que no ha notado demasiado el cambio. “He hecho mucho campo y he toreado toros a puerta cerrada; el puyazo que recibe el novillo hace que embista con más templanza y me permita expresar mucho mejor mi toreo”.
Es complicado hablar de uno mismo. Pero Daniel Medina se define como un torero que navega “entre el clasicismo y el arte” y enumera una terna de ensueño en la que quiere verse reflejado: “Morante de la Puebla, Manzanares Padre o Curro Romero”, aunque no se olvida de clásicos castellanos como Julio Robles.
Durante la entrevista, el novillero vallisoletano sueña en voz alta: “me encantaría torear en Valladolid, mi tierra, y la temporada que viene pisar plazas importantes como Sevilla”. Por el momento tan solo tiene dos fechas agendadas: la del próximo sábado que le puede abrir muchas puertas y otra novillada el 2 de julio en tierras cántabras. Su apoderado, entretanto trabaja en los despachos para que su novillero inicie un rodaje importante y la palabra alternativa es tabú. “Necesito rodarme, ir a plazas fuertes y torear mucho”. Es joven y sabe que no tiene que haber precipitaciones en su más que prometedora carrera. Entrenar y entrenar, junto a sus compañeros y amigos, especialmente Alejandro Marcos, es el pan de cada día. “Entrenemos cada día mañana y tarde. Es duro, pero cogemos rutina, es nuestra vida”, remata un ilusionado Daniel Martín. Apunten este nombre porque quiere ser torero.
