Dos tramos de escaleras con los peldaños desgastados por siglos de pisadas conducen hasta un pequeño cuarto en alguna parte de la vieja iglesia de San Martín. Allí se esconde la maquinaria que mueve el reloj del templo al que su párroco, Antonio Matilla, da cuerda cada dos días. No en vano es el reloj más antiguo de Salamanca y desde hace cinco siglos ve pasar la vida de los salmantinos a ritmo de tic-tac.
Los retales de historia que han llegado a nuestros días, porque la mayoría de archivos se perdieron durante un incendio, revelan que un enviado del emperador Carlos I pasó por Salamanca "para preparar una visita" del monarca, explica Matilla, y durante su estancia "hizo dibujos" de la capital "y habló del reloj de San Martín, que era el reloj de la ciudad". Se trataría, según Matilla, de la referencia histórica que avalaría la antigüedad del cronógrafo.
Esfera del reloj de San Martín en el interior del templo. (Foto: A. Santana)
Pero como el tiempo todo lo cambia, el reloj de San Martín pasaría por varios avatares a lo largo de la historia.
Siglos después de la visita de aquel heraldo, cuando terminó la construcción de la Plaza Mayor, el Ayuntamiento "instaló un reloj magnífico" en ella "cuya maquinaria, según la tradición, era de San Martín". Dicha maquinaria, ya en desuso, "lleva como pieza de museo" algunos años.
Antonio Matilla señala la rueda contadera, a la izquierda. (Foto: A. Santana)
Como compensación "el Ayuntamiento buscaría otra maquinaria de segunda mano, más sencilla, para ponerla aquí", opina Matilla. El equipo al que se refiere, que sigue en funcionamiento, no tiene señales ni marcas. "El relojero lo ha limpiado y examinado y no hay placas ni referencias". La única pista la ofrece la rueda contadera (la que marca los segundos), porque en 1860 se modificó el diseño de dicha pieza. Por su parte la esfera, visible desde el interior del templo, esta fechada en 1894.
Geometría y matemáticas
El sistema actual "funciona por gravedad, como todos los relojes de torre". Al darle cuerda, una sirga de metal de 11 metros de largo con una pesa en el extremo se enrolla en un cilindro colocado en horizontal. La pesa tira de la sirga hacia el suelo pero los engranajes, péndulos y ruedas impiden que caiga a plomo. "Según vaya bajando, la rueda contadera se moverá segundo a segundo. La relación de las púas y las ruedas son geometría y matemáticas".
Pesas que marcan el ritmo del segundero y que accionan la campana del reloj. (Foto: A. Santana)
La pesa tarda 50 horas en llegar al suelo. Cuando eso sucede, el reloj se para. Así estuvo durante los recientes trabajos de consolidación y embellecimiento del templo, porque "no era plan de que funcionara durante las obras".
Para evitar el mecanismo se detenga, Antonio Matilla entra en el cuarto de maquinaria y le da cuerda "como mucho cada 36 horas, porque si no el toque de la campana se descuadra".
Campana en el cuarto de maquinaria del reloj. (Foto: A. Santana)
La campana a la que alude -que tiene su propio sistema de cuerda- no es la de la espadaña que se ve desde la Rúa, sino una pequeña colgada en el cuarto de maquinaria. El reloj estuvo enganchado a las campanas de la iglesia hasta los años 40, pero una reparación en el tejado cortó el cable que los unía. No hay planes para recuperar esa conexión, pero Matilla comenta que sí les gustaría instalar un amplificador y un altavoz en San Martín para que los fieles y turistas puedan oír el tañido de la pequeña campana dentro del templo.
El reloj de Salamanca ha pasado por muchas peripecias. No tiene la misma maquinaria que en el siglo XVI y la esfera es más moderna, pero sigue cumpliendo la misma función que en los tiempos de Carlos I.