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Quien más, quien menos intuye que Salamanca es 'churrigueresca', aunque no sepa exactamente qué es eso. El adjetivo viene del apellido Churriguera, una familia de arquitectos, carpinteros y retablistas que construyeron parte de los monumentos del centro de la ciudad. Y mañana lunes se cumplen 300 años del fallecimiento del hermano mediano del clan, Joaquín Churriguera, sin cuya obra Salamanca no sería la misma.
Joaquín Churriguera nació en Madrid y murió en Plasencia, pero la mayoría de su trabajo se quedó a orillas del Tormes. El hermano mayor, José Benito, vino a Salamanca en 1692 para tallar el retablo de los Dominicos y se trajo a sus hermanos pequeños, Joaquín y Alberto, como aprendices. Tuvieron tal influencia que según el diccionario biográfico electrónico de la Real Academia de Historia, la familia Churriguera "estableció unos prototipos" para los retablos "que fueron copiados más o menos servilmente por todas partes".
Joaquín se estrenó con el retablo de la Virgen del Rosario, en el brazo derecho del crucero de San Esteban. Lo terminó en 1694, ayudado por su hermano mayor.
Retablo de Las Clarisas. (Foto: A. Santana)
En 1702, ya trabajando por su cuenta, concluyó el retablo de Las Clarisas, por el que le pagaron 13.000 ducados. En 1705 volvió a San Esteban donde "rehizo completamente el retablo colateral" dedicado a santo Domingo de Guzmán porque al prior no le gustaba la obra original. También le encargaron otro retablo "consagrado a santo Tomás de Aquino".
Entre 1705 y 1709 talló o ensambló varios retablos más, aunque todos se han perdido: iglesia de Pedrosillo el Ralo, iglesia del convento de la Trinidad Descalza, parroquia de Santa Cruz y convento jerónimo de Guadalpe, estos dos últimos "extramuros de Salamanca", apunta la Real Academia de Historia. También intervino en monumentos de Zamora, Ávila y Valladolid.
Poco tiempo después llegó a la cima profesional. En 1713 solicitó el puesto de maestro mayor de la Catedral Nueva, cargo que le concederían en febrero de 1714.
Convertido ya en un arquitecto de pleno derecho, el nuevo cargo le procuró encargos a borbotones: "remodeló la capilla exenta de la cofradía penitencial de la Vera Cruz" y labró el retablo mayor del templo, pero también terminó de levantar la Clerecía (construyó el patio y la cúpula), remató el convento de Las Agustinas, diseñó y comenzó las obras del Colegio de Anaya (el rector 'podó' parte de la decoración prevista) e inició los trabajos del Colegio de Calatrava. Básicamente, edificó medio barrio antiguo.
Retablo de la Vera Cruz. (Foto: Vera Cruz Salamanca)
Su gran obra fue la cúpula de la Catedral Nueva, un desafío que le llevó 7 años de vida, hasta 1721. Lamentablemente, el terremoto de Lisboa de 1755 la dañó de tal manera que hubo "que hubo necesidad de desmontarla y construir otra muy diferente en su lugar", añade el diccionario de la Real Academia. "La única parte que se conservó de la primitiva cúpula fueron las pechinas y el friso de relieves de la vida de la Virgen, esculpidos por José de Larra", cuñado de Joaquín de Churriguera, para más señas. La cúpula original, según los dibujos que se conservan, tenía dos cuerpos y una "airosa silueta".
Tras edificar la cúpula de la seo aún diseñó las paredes del coro y el trascoro de la Catedral, pero no pudo acometer esta labor porque la muerte le sorprendió en Plasencia el 30 de septiembre de 1724.
Su hermano Alberto, el benjamín de la familia, tomó el testigo: terminó los trabajos en la Catedral, construyó la iglesia de San Sebastián y en 1729 edificó la mitad de la Plaza Mayor. Años después, en 1756, sus sobrinos Manuel de Lara Churriguera y José de Lara Churriguera construirían la iglesia del Carmen de Abajo y tallarían las esculturas de la iglesia de San Sebastián, entre otras aportaciones al patrimonio local.