Así vivió Salamanca el terremoto de Lisboa de 1755: "parecía que se levantaban las losas de los difuntos"

Hoy se cumplen 269 años del seísmo. Una treintena de municipios de la provincia enviaron cartas al rey Fernando VI explicando cómo les afectó el temblor

Daniel Bajo Peña
Viernes, 01, Noviembre, 2024
ActualidadMunicipalNoticias 24 horas

El 1 de noviembre de 1755, hace 269 años, la gente creyó que llegaba el fin del mundo. Poco antes de las 10:00 de la mañana todo comenzó a temblar por efecto del terremoto de Lisboa, que casi borró del mapa la capital portuguesa.

Salamanca también se llevó su parte. Milagrosamente no murió nadie, al menos en la capital, pero parte del patrimonio sí sufrió las consecuencias. La torre de las campanas de la Catedral se escoró hacia un lado, hubo desprendimientos en la Clerecía... De hecho, la subida del Mariquelo al campanario de la seo nos recuerda cada año lo sucedido. Sus predecesores ascendían para comprobar el estado del edificio. Hoy en día, la escalada es un atractivo turístico y folclórico más de Salamanca.

 

"Susto y consternación"

 

Después del terremoto, el Rey Fernando VI envió un cuestionario a todas las ciudades y pueblos de España para intentar recopilar toda la información posible. Preguntó por la hora del temblor, los daños que había causado, si alguien vio o percibió algo extraño antes del seísmo... Respondieron 28 municipios de Salamanca y gracias a aquellas cartas sabemos cómo se vivió en nuestra provincia.

La monografía de José Manuel Martínez Solares 'Los efectos en España del terremoto de Lisboa', publicada en 2001 por el ministerio de Fomento, recopila los documentos.

 

"Sólo han caído generalmente de las Iglesias y casas la cal y costra de las paredes y bóvedas, temiéndose, con motivo justo, que fuesen grandes las desgracias"

 

Según el alcalde de Salamanca, Estevan Márquez y Delgado, el temblor causó "en general susto y consternación, por hallarse a la sazón los templos llenos de gente, que estaba oyendo la misa mayor; con lo que se hizo más sensible dicho terremoto", explica en uno de los legajos. "Sólo han caído generalmente de las Iglesias y casas la cal y costra de las paredes y bóvedas, temiéndose, con motivo justo, que fuesen grandes las desgracias".

Catedral y Clerecía, dos de los edificios dañados en el seísmo. (Foto: Ical)

Los testigos vieron "que de lo más alto de la media naranja de la Iglesia del colegio de la Compañía de Jesús se desprendió una bola, que servía de adorno al corredor, y se llevó tras sí muchas tejas y algunas piedras de poca entidad; y el remate de la torre principal de la Iglesia Catedral y la cruz puesta en él han quedado bastante torcidas".

"Sólo la aguja de la catedral", añade el alcalde Estevan Márquez y Delgado, "parece que está algo sentida, sin que en las Iglesias, teniendo mucha obra tan delicada, se haya experimentado otro daño". Cartas posteriores reconocen "una notable quiebra" en el crucero de la Catedral y la rotura de la "base de la aguja" de la Clerecía.

 

10.000 ducados en reparaciones

 

Dos de los mayores edificios de Salamanca salieron tocados y costó un dineral repararlos. El arquitecto del Cabildo, Juan de Sagarmínaga, analizó con detalle apenas dos semanas más tarde el estado de la Catedral, confirmando "varias aberturas y quiebras" en el crucero y en el campanario. "Esta novedad tiene en el mayor desconsuelo a este Cabildo y Ciudad, pues ven a peligro de arruinarse un tan bello y suntuoso templo", lamentaba el alcalde. 

Detalle del crucero de la Catedral. (Foto: Ical)

La carta del regidor ya advertía de que reparar la Catedral iba a salir por un ojo de la cara. Sólo el apuntalamiento del crucero "sin haber más novedad, regulan los peritos en 10.000, o más, ducados". Es la única referencia directa al coste de las reparaciones en Salamanca. Según las conversiones monetarias y los cálculos del autor de la monografía, 10.000 ducados equivaldrían a 1,9 millones de euros. Y hablamos de 1755. La cantidad asustaba entonces y ahora.

 

El temblor duró "como tres credos"

 

Los testimonios también llegaron a Madrid desde otros puntos de Salamanca.

En Alba de Tormes calculan que el terremoto duró "como tres credos" y "el movimiento de los edificios fue con visible alteración". La gente pudo salir de las iglesias "y todos observaron, al tiempo de dicho temblor, un ruido profundo que quasi les dio más pavor que el temblor, pero, gracias a Dios, no ha sucedido en esta villa desgracia de muertes, heridas en personas ni animales, más que en el convento de San Gerónimo de esta villa, que quebrantó la Iglesia y sacristía, y se ha tasado esta ruina por un Arquitecto de Salamanca en 47.000 reales" (unos 440.000 euros).

En Babilafuente vieron crecer "considerablemente el agua de los pozos", mientras que en Ciudad Rodrigo temieron por la Catedral y por sus fieles. Como afortunadamente no pasó nada, el Cabildo ordenó tres días de rogativas y una procesión para dar gracias al cielo.

 

Tres mujeres de Palaciosrubios "dijeron que estando en las cocinas, que se meneaban los banquillos y que les parecía que se levantaba la tierra hacia arriba" 

 

Más informes: tres mujeres de Palaciosrubios "dijeron que estando en las cocinas, que se meneaban los banquillos y que les parecía que se levantaba la tierra hacia arriba" y los fieles de Peñaranda temieron por si llegaba el fin del mundo: "las personas que se hallaban en la Iglesia, que eran muchas por la festividad del día, a unas les parecía les daba un accidente, según se sentían como que se les iba la cabeza, y otras les parecía que se levantaban las losas de los difuntos". En Rágama atestiguaron que las sepulturas se movieron.

Ledesma, Miranda del Castañar, Garcibuey, Cantalapiedra... también remitieron sus escritos a Fernando VI. Visto en perspectiva, el terremoto de Lisboa bien pudo llamarse el de Salamanca, a tenor de lo mucho que se sintió en toda la provincia.

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