José Luis Atiénzar es de Paterna pero vive en Xirivella y tuvo que ir a trabajar a Paiporta el martes por la tarde cuando le pilló la subida del agua por la dana y con siete personas más, entre ellas un policía local fuera de servicio, se subieron a árboles del parque Villa Amparo de la localidad y estuvieron allí varias horas hasta que pudieron bajar.
Según relata a EFE este hombre, ferretero de 41 años, decidió ir el martes por la tarde a acabar un trabajo en Paiporta y al meterse con el coche por las calles del municipio un joven le avisó de que diera la vuelta porque se había desbordado el barranco pero "había muchísimo tráfico para salir y me metí en un embotellamiento total".
"Cuando saqué el morro del coche a la calle del cuartel de la Guardia Civil venían dos contenedores y varios coches hacia mí arrastrados por la corriente de agua. Metí marcha atrás como pude y no sé cómo llegué al parque Villa Amparo", cuenta.
José le pidió a un joven que pasaba por allí que moviera los contenedores que impedían el acceso al parque y "con la ayuda del agua los pudo manejar y quitar; metí el coche y me siguieron varios y como en la parte que están los árboles hay una especie de montículo, bajamos y decidimos esperar allí porque está un poco más alto, pero ya estábamos rodeados de agua por todas partes".
Había tres chicas jóvenes, de unos 20 años, y a una "la tuvo que ayudar a salir del coche un policía local fuera de servicio, Rafa, que había vuelto a casa tras su turno de mañana y vino a ayudar. Tuvo que ir saltando por los capós de los coches con ella para llegar donde estábamos".
También había dos hombres mayores, de unos 70 años, y un chico más joven, en total ocho personas. Aunque no había mucho nivel de agua, Rafa les dijo que subieran a los árboles para estar más seguros y como Jose tenía una escalera por su trabajo en el coche la usaron para subir, primero las chicas y los hombres; el otro chico subió solo, y Jose y Rafa se ayudaron mutuamente y compartieron árbol.
"Desde arriba vimos cómo el agua arrancaba las puertas de los garajes de cuajo, presionaba las de las plantas bajas y las movía como si fueran sábanas tendidas. Se oían gritos de socorro. Fue impactante", reconoce Jose, que comenta que entonces no llovía pero el agua ya lo arrasaba todo.
Estuvieron dos horas y media o tres subidos a los árboles, "perdí la noción del tiempo", asegura y explica que ante los dolores por estar agachados, decidieron ponerse de pie pero desistieron porque "el árbol se tambaleaba muchísimo".
Cuando ya había bajado el nivel del agua decidieron bajar y uno de los hombres mayores "se dio una torta impresionante" y por los nervios, les dio "la risa; luego vino la preocupación", cuenta y señala que iba a fumar y su compañero le dijo: "yo no fumo desde hace 10 años pero me vas a dar uno".
Al bajar se fueron a un colegio donde les dieron agua y fruta y Jose encontró su escalera "rota" y su coche "que funcionaba" y donde cargó la batería del móvil para contactar con su mujer y decirle que estaba bien y volvería en cuanto pudiera.
"Llegamos al cuartel de la Guardia Civil y un agente se había dejado las llaves de casa dentro y como soy cerrajero se la abrí. Me dijo que cuánto me pagaba y le dije que nada y entonces me dijo que le pidiera lo que quisiera y le dije que quería volver a casa y habló con algunos compañeros para que me dejaran salir", concluye.
Por fin, pudo llegar a casa con su mujer, Jessica, "muy asustada" desde que le dijo que estaba en Paiporta e iba a volver ya a casa pero no volvió, y sus hijos Claudia y Hugo, y pudo descansar, muy agradecido a la labor de la Guardia Civil y de Rafa, tras una jornada agotadora pero con final feliz.